Pasaba
sus vacaciones escolares cortando el césped de su casa y concentrado
en estudiar a fondo los movimientos de su ídolo en el futbol, Sepp
Maier, el legendario guardameta alemán de la década de los 70´s.
Autodidacta toda su vida, Oliver Kahn se moldeó como un
perfeccionista que a su sangre teutona, disciplinada y eficiente le
cayeron como anillo al dedo para alcanzar el éxito precisamente en
la misma posición que su ídolo como guardián de los tres postes.
Dentro del terreno de
juego el Titán alemán como se le conoce era un auténtico líder.
Amén de su imponente figura, donde además de su altura destacaba
una corpulencia natural, lo que hacía que hasta el mejor delantero
del mundo lo pensara dos, veces antes de pretender anotar en la
portería de uno de los mejores guardametas y además capitán de la
Selección Nacional de Alemania y del Bayer Munich, conjuntos con
los que prácticamente lo ganó todo dentro del futbol Profesional.
Faltó sólo la Copa del Mundo la que se quedó muy cerca de alzar en
el 2002.
Pese a su imponente
figura Oliver Kahn era un arquero difícil de vencer por abajo,
pues poseía la elasticidad suficiente para llegar a los balones
lanzados a las esquinas de su portería. Las salidas por alto eran
una rutina diaria para Oliver y sus despejes se convertían en
auténticos latigazos para sus compañeros de ofensiva. Una mirada
penetrante de sus ojos azules era suficiente para ordenar a sus
compañeros en defensa quienes sabían de antemano que en la portería
tenían a un hombre con la furia de sobra para defender su portería.
Uno de los pocos
guardametas en ganar el Balón de Oro de la FIFA , durante el Mundial
de Japón –Corea del 2002 el cancerbero alemán tuvo actuaciones
soberbias mismas que ayudaron a su escuadra a llegar hasta la Final
ante Brasil en la que los teutones cargaron con la derrota. El
semblante y las palabras posteriores de Kahn al consumarse el
descalabro hicieron inolvidable el momento: “Cometer un error es
siempre decepcionante y doloroso, pero lo es diez veces más cuando
se produce en un partido por el título de la Copa del Mundo, no
encuentro consuelo”, dijo Oliver al finalizar la final dentro de la
competencia en la que se había mostrado durante cada partido
infalible siendo este el golpe más duro del titán alemán con
valentía desmedida por defender su portería.
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