lunes, 10 de agosto de 2015

El titán alemán, Oliver Kahn

Pasaba sus vacaciones escolares cortando el césped de su casa y concentrado en estudiar a fondo los movimientos de su ídolo en el futbol, Sepp Maier, el legendario guardameta alemán de la década de los 70´s. Autodidacta toda su vida, Oliver Kahn se moldeó como un perfeccionista que a su sangre teutona, disciplinada y eficiente le cayeron como anillo al dedo para alcanzar el éxito precisamente en la misma posición que su ídolo como guardián de los tres postes.
Dentro del terreno de juego el Titán alemán como se le conoce era un auténtico líder. Amén de su imponente figura, donde además de su altura destacaba una corpulencia natural, lo que hacía que hasta el mejor delantero del mundo lo pensara dos, veces antes de pretender anotar en la portería de uno de los mejores guardametas y además capitán de la Selección Nacional de Alemania y del Bayer Munich, conjuntos con los que prácticamente lo ganó todo dentro del futbol Profesional. Faltó sólo la Copa del Mundo la que se quedó muy cerca de alzar en el 2002.
Pese a su imponente figura Oliver Kahn era un arquero difícil de vencer por abajo, pues poseía la elasticidad suficiente para llegar a los balones lanzados a las esquinas de su portería. Las salidas por alto eran una rutina diaria para Oliver y sus despejes se convertían en auténticos latigazos para sus compañeros de ofensiva. Una mirada penetrante de sus ojos azules era suficiente para ordenar a sus compañeros en defensa quienes sabían de antemano que en la portería tenían a un hombre con la furia de sobra para defender su portería.

Uno de los pocos guardametas en ganar el Balón de Oro de la FIFA , durante el Mundial de Japón –Corea del 2002 el cancerbero alemán tuvo actuaciones soberbias mismas que ayudaron a su escuadra a llegar hasta la Final ante Brasil en la que los teutones cargaron con la derrota. El semblante y las palabras posteriores de Kahn al consumarse el descalabro hicieron inolvidable el momento: “Cometer un error es siempre decepcionante y doloroso, pero lo es diez veces más cuando se produce en un partido por el título de la Copa del Mundo, no encuentro consuelo”, dijo Oliver al finalizar la final dentro de la competencia en la que se había mostrado durante cada partido infalible siendo este el golpe más duro del titán alemán con valentía desmedida por defender su portería.



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