Creció en una numerosa
familia de diez hermanos en Guadalajara, Jalisco tierra futbolera por
excelencia y que se distingue por producir destacados jugadores
mexicanos con calidad de exportación. Alberto Onofre Cervantes era
uno de ellos. Mediocampista de enorme clase, cuentan los que lo
vieron jugar que poseía todas las condiciones de un auténtico
crack. Nació y creció en la colonia del Fresno, una de los barrios
de cuidado en la capital tapatía y como suele ser la costumbre la
calle fue su primera cancha de futbol acompañado de sus amigos.
El camino académico no
era el que Onofre quería seguir, por eso de inmediato tras concluir
la educación secundaria se enroló en el equipo amateur del
Jalisco, a pesar de la molestia de su padre, tornero de profesión,
quien deseaba un mejor futuro para su hijo Alberto . Ese futuro del
joven tapatío tenía la marca del futbol profesional. Las cualidades
de Alberto Onofre fueron detectadas de inmediato por Sabás Ponce
Labastida, hombre que marcó toda una época triunfal como
integrante del equipo más mexicano del balompié azteca, Las Chivas
Rayadas del Guadalajara.
Tras un buen proceso
formativo con el Guadalajara donde Onofre mostró sus condiciones el
manejo y la pegada con las dos piernas, destacado remate con la
cabeza, una visión del terreno de juego como ninguno en su época
para generar futbol ofensivo las puertas del cuadro estelar del
Guadalajara estaban abiertas de par en par para el futbolista oriundo
de la colonia del Fresno.
Una de las anécdotas más
conocidas en torno a Alberto Onofre es la que cuenta que el día que
firmó su contrato como integrante del primer equipo del Rebaño se
lastimó la muñeca de la mano derecha en el entrenamiento con las
reservas. ¿Uno de los mejores mediocampistas que ha dado México con
mala estrella? Onofre estaba dispuesto a mostrar que no era así.
A pesar de su posición
de “diez” Onofre Cervantes logró marcar una buena cantidad de
goles con Chivas, escuadra con la que conquistó el título en la
temporada 1969-1970. Además unos años antes Alberto Onofre se colgó
la medalla de oro con la Selección Nacional Mexicana en los Juegos
Panamericanos de Winnipeg en 1967 donde el volante del Guadalajara se
había convertido en el líder del mediocampo de la escuadra
nacional. El futbol le otorgaba sonrisa abierta en ese momento a
Onofre, considerado por la afición y los especialistas uno de los
mejores jugadores mexicanos de todos los tiempos.
En 1970 Alberto Onofre
tenía la mesa puesta para su consagración. A la nación azteca le
correspondió la organización del torneo de la Copa Mundial de la
FIFA, pero a cuatro días previos al arranque del máximo evento
futbolístico la nube negra se volvió a posar encima de Alberto
Onofre. Un choque tremendo con su compañero en la selección, Juan
Manuel Alejándrez le arrebató el sueño de participar en un Mundial
al presentar una fractura de tibia y peroné . Onofre se restableció
de la fuerte lesión, pero nunca volvió a ser el mismo. A los 27
años se vio obligado a colgar los botines de manera profesional. El
destino de algunos a veces no está en sus propias manos y el futbol
así se lo había hecho saber a Alberto Onofre.
En la actualidad su mayor
pasión aún le da la oportunidad de disfrutarlo. De vez en cuando
acude a los encuentros amistosos organizados por el Club Deportivo
Guadalajara. Juega junto a grandes amigos de su época como Pedro
Herrada y Raúl “Willy” Gómez. Al igual que junto a la figuras
aún vivientes del Campeonísimo, como su propio visor Sabás Ponce,
Francisco Jara y Crescencio “Mellone” Gutiérrez. A pesar del
paso de los años Alberto Onofre ha sacado trucos de la chistera,
algún tiro libre, otro pase preciso a la colocación del compañero
o algún cabezazo fulminante y si, a pesar de todo le muestra una
sonrisa al futbol sin resentimiento alguno.
0 comentarios:
Publicar un comentario