sábado, 15 de agosto de 2015

El divino futbol italiano: Roberto Baggio


Ser libre siempre fue su meta en la vida, por eso a la salida de la escuela acudía con un fervor especial a buscar cualquier partido de futbol callejero. Sus amigos y secuaces, le advertían cuando su padre andaba cerca en su búsqueda , pues Roberto no llegaba a casa, sólo porque un balón se interponía en su camino. Esconderse entre los arbustos para no resultar con un fuerte regaño fue siempre la travesura de quien años más tarde fuera conocido como “El Divino” Roberto Baggio, el inclasificable delantero italiano.
Uno de los rebeldes del futbol reconocido en todo el mundo. Amaba la imaginación, el desenfado, la creatividad y era un superdotado con el balón en los pies. Por el contrario repudiaba la táctica, el trabajo físico y cualquier intención teórica del balompié, postura que le acarreó más de un conflicto con muchos de sus entrenadores como Arrigo Sacchi y Fabio Capello, antítesis naturales a su mirada y sentimiento hacía el futbol.
El conjunto de la Fiorentina se convirtió en el gran amor del divo italiano , donde en base a una exquisita técnica individual, el buen trato de pelota, una alegría desbordada al jugar futbol, y sobre todo por sus goles se echó al bolsillo a los aficionados de la “Fiore”, Traspasado unos años después a la Juventus de Turín Roberto Baggio se negó a cobrar un tiro penal contra su ex equipo. “Seré purpura toda mi vida, no puedo atentar contra sus colores”, mencionó en relación a ese suceso que le valió el reconocimiento tanto de aficionados del Fiorentina, como de los de la “Vecchia Signora”, la Juventus.
Su paso como integrante de la Selección italiana quedó para la posteridad al lograr el tercer lugar en la Copa del Mundo de 1990, edición efectuada precisamente en el país de la bota, donde Roberto Baggio se convirtió en el líder para llevar a la “Azzurra” a la conquista de ese tercer puesto. Todo fincado en ese futbol de gracia divina, idolatrado por muchos, odiado por otros. Cuatro años después en Estados Unidos, el futbol de Baggio continuó siendo exquisito y esta vez la expectativa alcanzó niveles grandiosos, al instalar a Italia en la misma Final de la Copa Mundial frente al pentacampeón Brasil. La definición resultó fatídica. Desde los 11 pasos correspondió al “Divino” saborear la tristeza más grande que le ha dejado el futbol: Mandar el balón a las nubes en el penal definitivo para entregar de esta manera la anhelada copa a la escuadra amazónica. La única ocasión que se le vio a Roberto Baggio borrar su eterna sonrisa para hundir su mirada en el césped de una cancha de futbol.
A pesar del duro golpe Baggio mantuvo hasta el final de su carrera profesional una convicción inquebrantable: “El futbol es para gozarlo, jamás para sufrirlo”, dijo alguna vez con la sonrisa sincera que le caracteriza. Defensor incansable de la infancia para Roberto Baggio es insoportable enterarse de niños que fallecen en el mundo a causa de la hambruna. El italiano no se ha quedado cruzado de brazos y ha realizado campañas en pro de la infancia alrededor del mundo. Labor que le ha hecho acreedor al nombramiento de Embajador de Buena Voluntad para la ONU en el PAO (Organización para la Agricultura y Alimentación Internacional)
Así de esta manera el niño que soñaba con esa libertad en las calles de Caldogno, la pequeña comunidad italiana la alcanzó por fin, simplemente jugando con alegría, imaginación y un amor divino y auténtico hacía el futbol.



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