Protagonista
indiscutible y bandera de una época dorada para el futbol italiano,
la Juventus de Turín a principios y mediados de los 80´s había
demostrado ser una escuadra fabulosa a todo lo largo y ancho del
Viejo Continente y no por nada, en el Mundial de España 1982 Italia
se hizo con seis futbolistas de la “Vecchia Signora” en su cuadro
titular desde el mítico guardameta Dino Zoff, los defensores Claudio
Gentile, Antonio Cabrini y Gaetano Scirea, junto al mediocampista
Marco Tardelli y el delantero Paolo Rossi resultaron fundamentales
para que los italianos conquistaran aquel Mundial celebrado en España
esto apenas se trataba de un prometedor inicio para el equipo más
ganador en la historia del calcio.
Giovanni
Trapatonni, el timonel de los éxitos caseros de Turín anhelaba más
que nunca consolidar su abrumador dominio en Italia con la conquista
de la Copa de Europa, para ello se hizo de dos destacados elementos
que embonaron con armonía celestial en el sistema táctico, el
atrevido y pícaro delantero polaco Zbigniew Boniek y el talentoso
“10” de la selección francesa, Michel Platini con este par de
incrustaciones la maquinaria futbolística de la Juventus de Turín
estaba lista para ponerse en marcha.
Para
1983 y tras disputar un campeonato de Europa impecable, apareció el
cuadro alemán del Hamburgo para frenar en seco las aspiraciones de
la Juventus de conquistar el título de monarca en Europa al
derrotarlos en la final apenas con marcador de 1-0, este resultado
lejos de derrumbar a los italianos los fortaleció aún más y con
Platini en etapa de bonanza como armador de los ataques del equipo y
máximo goleador de la liga italiana por tres veces consecutivas
Juventus era un equipo listo para cobrarle la revancha a Europa
entera.
Llegó
el año de 1985 y a pesar del retiro del mítico portero Dino Zoff y
la partida del atacante Roberto Bettega y con ello uno de los años
de consagración pues la oncena blanco y negro obtuvo el scudetto 21
de su historia en la liga, la Super Copa de Europa al derrotar al
Liverpool inglés y en mayo de ese mismo año volvió a la Final de
la Copa de Europa, pero en esta ocasión la victoria le sonrío a los
discípulos de Trappatoni con marcador de 1-0 frente al mismo rival
británico, Liverpool.
Cabe
destacar el negro suceso en este duelo, pues en plena celebración
del partido escenificado en el Estadio Heysel de Bélgica
fallecieron 39 aficionados y 600 más resultaron heridos debido a una
avalancha humana que llegó a consternar al mundo entero.
Repuestos
de la “Tragedia de Heysel”, la Juventus de Turín continuo en la
forja de un camino repleto de éxitos, con un futbol práctico,
dinámico, que si bien no era netamente ofensivo, si tenía ataques
mortales capaces de dejar tendidos en el césped a todos los rivales
que enfrentaba.
Así
durante los 80’s en Italia el futbol no era dominado por el Nápoles
de Maradona, ni la efectividad del Milán o el rápido despliegue del
popular Torino. El balón tenía un dueño supremo, aquella
inolvidable “Vieja Señora” del balompié italiano, la Juventus
de Turín.
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