Es
habitante del mundo de la imaginación, hombre surgido en el ambiente
rural francés y considerado por muchos un mago rebelde cuando se
ofrendaba al público del mismísimo Old Trafford, casa del
Manchester United, escuadra en la que Eric Cantona creo su propio
mito, adorado por muchos, odiado por otros tantos.
Exquisita
técnica individual, solapa levantada y un número 7 que era capaz de
levantar en hombros a todo su equipo en pos de la conquista del gol y
por ende la victoria. Capaz de amar y odiar al futbol con la misma
intensidad su explosivo e impredecible carácter la acarreó más de
una dificultad en su paso por el terreno de juego, sea con rivales,
árbitros, técnicos, compañeros e incluso aficionados. Todo en el
fino atacante francés era al límite, jamás existieron puntos
intermedios.
Fuerza,
entrega, liderazgo, pasión es lo que le caracterizó a Eric Cantona
a lo largo de su carrera futbolística iniciada en 1983 con el
Auxerre y que concluyó en 1997 con los Diablos Rojos de Manchester,
Inglaterra 165 goles anotados y una negra estela de hombre explosivo
debido al célebre incidente donde propinó una patada voladora a un
aficionado durante un partido ante el Crystal Palace en 1995, misma
que le acarreó ocho meses de suspensión, tiempo empleado por
Cantona para profundizar en otras de sus pasiones, voraz lector,
pintor dedicado y digno ejecutante del saxofón.
Sea
por decisión propia o por esa rebeldía que le calcina los huesos el
delantero francés nunca participó en una Copa del Mundo. “Bien
señores sólo estoy este día aquí para anunciar que me retiro del
futbol simplemente porque he dejado de divertirme”, fue la sincera
declaración del futbolista galo tras saberse reactivado para
retornar a las canchas luego de cumplirse aquellos ocho meses de
suspensión.
Luego
de dejar pasar un tiempo entre meditación y hondas reflexiones al
otrora capitán del Manchester United le surgió una nueva tribuna
para desplegarse con la libertad con la que siempre se mostró: el
Cine, arte donde hasta la fecha se desenvuelve como pez en el agua,
sobre todo en la cinta “Buscando a Eric” del director inglés Ken
Loach donde se interpretó a si mismo, una reivindicación de su
persona hacía el futbol que le había dado tanto.
Sobresale
un diálogo del propio Cantona en dicha película en la que explica
su postura ante el balompié: “Los aficionados al futbol acuden a
un estadio a recobrar la alegría, la sorpresa, siempre esperan un
regalo. Yo siempre estuve dispuesto a darles ese regalo”.
Genio
y figura Eric Cantona tocó muchas veces su propio Olimpo, se entregó
en cuerpo y alma al balón cada vez que con los pies lo acariciaba
para hacerlo rodar sobre el césped y sí, sin duda fue el Rey del
Teatro de los Sueños.
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