Vio la primera luz de
vida en un país azotado de manera constante por la guerra civil,
este hecho ya lo forjó de entrada como un auténtico triunfador, el
rey que mantiene con vida a su ejército a pesar de haber librado mil
batallas por la supervivencia. George Tawlon Manneh Oppong Ousman
Weah sabe de raíz lo que es vivir entre carencias, el pan de cada
día en Morovia, Liberia, pero para un niño como George siempre
existió una alegría incomparable: El futbol.
Orgulloso de pertenecer a
la etnia Kru, George Weah tuvo el temple para soportar la tristeza de
las heridas que la guerra civil en Liberia dejaron en su familia como
el atroz ultraje del que fue objeto una de sus primas por parte de un
comando de resistencia. El balompié se convirtió entonces para
George Weah en la válvula de escape y el medio que más alegría ha
brindado a su vida.
Pese a la objeción de
sus padres de practicar el futbol George debutó a los escasos 15
años con el Mighty Barrolle de su país y posteriormente con el
Invencible Eleven ambos de la liga amateur de su país donde de
inmediato mostró sus condiciones como un delantero sin piedad frente
a la portería rival al marcar 23 goles en 24 encuentros con aquellos
invencibles once liberianos.
Claude Le Roy timonel
francés al observar la fortaleza, altura, técnica y efectividad del
centro delantero de ébano de inmediato lo llevó a integrar las
filas del AS Mónaco de la primera división del futbol galo ,
escuadra en la que conformó una dupla de miedo en el ataque junto a
Glen Hodle. A pesar del rápido éxito deportivo George Weah jamás
olvidó la situación socio política de su país, las sonrisas
aparecían poco en el rostro del imponente atacante africano, pero la
determinación era signo constante en su mirada.
Las cualidades de
goleador letal también las disfrutó el equipo más popular del
futbol francés París Sanit Germain en donde George Weah marcó los
goles que quiso, al aprovechar una de las etapas más prolíficas del
equipo que juega sus encuentros como local en el Parque de los
Príncipes de París donde George se echó a la bolsa el corazón de
los aficionados por su profesionalismo y sobre todo por sus goles.
Italia se convirtió en
la siguiente escala para George Weah, AC Milán su nuevo equipo,
donde gracias a su potencia, fortaleza, precisión y una inusual
habilidad con el balón en los pies, sobre todo para un futbolista
que rozaba casi el 1.90 metros de altura, ganó el Balón de Oro de
la FIFA como el mejor jugador del mundo, además de ser nombrado el
mejor jugador del año en África, el par de reconocimientos
obtenidos en 1995. George mantenía, a pesar de los éxitos, a
Liberia en su mente y corazón.
Fuera del terreno de
juego el Rey George como se le conoce invirtió buena cantidad de su
sueldo en la construcción de un espacio de refugio para la
población civil de su país, trasladó a su familia a Nueva York.
A través de su estatus de figura pública enfrentó al gobierno
liberiano y en el ocaso de su prolífica carrera, su prioridad fue
pertenecer y apoyar por medios propios a la Selección Nacional de
Liberia para alcanzar el sueño de todo su pueblo de jugar un Mundial
de Futbol.
En la actualidad y
retirado de las canchas George Weah es Embajador de la Buena Voluntad
de la UNICEF y en 2005 presentó su candidatura como Presidente de
Liberia, fue derrotado por escaso margen, pero George Weah ha
redoblado labores humanitarias en Liberia, país al que a pesar de
la guerra, la pobreza y el dolor, el Rey George Weah profesa un amor
incomparable.
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