jueves, 10 de septiembre de 2015

El alma de “Pirata”: Luis de la Fuente

Nacer en el Puerto de Veracruz representó la primera aventura para Luis de La Fuente y Hoyos, hijo de inmigrantes españoles, y quien desde niño vivió entre barcos, el mar y un deporte que se convertiría con el paso de los años en la fiesta y alegría eterna de este “Pirata” orgullosamente jarocho.
Con una República Mexicana en plena lucha por la Independencia, el pequeño Luis fincaba su mundo y pasaba horas jugando en los barcos de cabotaje en los que ejercía su padre el trabajo del comercio en pleno Golfo de México. Ni la invasión norteamericana de aquellos años, ni los levantamientos armados en territorio nacional destruían las ilusiones de infancia de un chico con un futuro prometedor dentro del futbol soccer, deporte que encantó desde el primer día al primogénito de Don Segundo de La Fuente y Josefa y Hoyos.
Con sólo 13 años arranca dentro del futbol amateur en los equipos de España y Sporting Club de las ligas regionales del Puerto, donde gracias a sus notables condiciones como el juego aéreo, fulminante cabeceo, destacaba por su picardía y liderazgo dentro del equipo, cualidades que hacían a un lado su endeble talla física.
El debut dentro del profesionalismo en el balompié mexicano se dio con un cuadro que existió por pocos años como el Aurrera, pero las convincentes actuaciones del mediocampista Luis de la Fuente le valieron para un buen contrato con el Real Club España, el más popular de entonces en la década de los años 30 en México.
Un meteórico ascenso hasta la Selección Nacional y convertirse en un ídolo para los aficionados mexicanos brindaron a Luis de la Fuente la oportunidad de ser el primer futbolista azteca en jugar de manera profesional en el extranjero, justo en la tierra que vio nacer a sus padres: España enfundado en la casaca del Racing de Santander, uno de los goles históricos que marcó en la Madre Patria fue al poderoso Real Madrid y nada menos que al mítico cancerbero Ricardo “Divino” Zamora, quien no pudo dar crédito a lo que veían sus ojos con la sublime actuación del “chaval” mexicano.
La guerra civil española obligó al “Pirata” a volver al terruño convertido ya en toda una figura. La sangre jarocha que corría por sus venas y ese espíritu indomable que le habían forjado los años lo impulsaron a gozar de manera asidua de la vida nocturna, las fiestas, el alcohol y las mujeres se convirtieron en su pasatiempo cuando no se encontraba dentro del terreno de juego.
Cuenta la leyenda del “Pirata” que Luis de la Fuente llegaba tan sólo unas horas antes de celebrarse los partidos a echar la siesta al vestidor, eso resultaba suficiente para salir a la cancha a ofrecer actuaciones memorables con mínimo dos goles en su cuenta personal por encuentro.
El compositor Agustín Lara, amigo de la leyenda futbolística escribió como parte de la letra de su popular melodía Veracruz, “Yo nací con la luna de plata y nací con el alma de Pirata”, probablemente en homenaje a aquel hombre que jugaba al futbol con alma de niño, para divertirse y hacer gozar a los demás, como el capitán de su propio barco de ilusiones.






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